13 de enero de 2008

A mis veintidós más tres

A pocos días de cumplir los veintiseis pienso si me he acostumbrado aún a pensar en que tengo veinticinco. La idea de cumplir años antes no me gustaba nada de nada, ahora simplemente me da un poco igual, no me siento ni más vieja ni más responsable. Supongo que eso es no querer madurar mucho todavía, sólo un poco. Ponen en la tele una petardez de película de 007, que gusta a mi madre, mientras yo me distraigo con el internet a un vecino, gracias por permitirme estar en el brasero calentita mientras escribo esto, de lo contrario pasaría frío en el salón!
Ohhh! en este momento acaban de capturar a la chica!!!! Bueno, dejemos eso para Bond. Por dónde iba, a sí, por mis veintiseis. Pues eso, que me queda poco para cumplirlos. Va a ser agridulce ese día porque no voy a ir a trabajar, que es lo dulce, pero voy a tener a una persona a la que quiero mucho lejos, no mucho, pero lo suficiente para echarlo de menos. Ya he recibido regalitos, como este portátil, un libro, pero bueno, lo que te suelen decir, ya eres grande para esas cosas, ¿quién establece la edad hasta la que se pueden recibir regalos? Nunca entenderé ese tipo de cosas. Yo me niego a no poder recibir regalos por ser mayor y por eso renuncio a crecer, seré niña siempre para recibir regalos.
Preparo un viaje a Madrid, intento hacer coincidir fechas, horas, trenes para poder estar unas horas. Demasiado esfuerzo, mucha ilusión, pocas posibilidades de éxito. No quiero pensar que tengo que aplazarlo.
Mi trabajo sigue desesperándome cada día más, tengo ganas que cambiar de aires, no dicen: Año nuevo, vida nueva? pues eso. Ya iré contando.