Seguimos de Navidad. ¿Debería estar contenta? Pues no sé, depende cómo te lo propongas. Para mí todos los años es la misma historia.
La navidad suele ser la época del año que más se consuma, ni vacaciones ni historias: en estos días la gente saca a pasear la Visa Oro (quien la tenga) y no la guarda hasta el 6 de Enero, después de comprar el roscón de reyes, por supuesto.
Y es que si no consumes eres un raro, un rata o algo así. Parece como si desde que vamos a la guardería, subliminalmente, nos metieran ciertas ideas junto con el biberón y los juegos.
Son días de dar amor a todo el mundo, felicidad y demás slogans para anuncios de telefonía móvil. Que sí, que todos somos muy felices y debemos pasárnoslo muy bien, pero ¿y si queremos tener mal carácter y odiar los villancicos?. Pues no puedes. Hay alguna especie de regla que hay que seguir, sin cuestionarla, en la que se obliga a todo el mundo a estar feliz y a querer trasmitirlo a los demás. En estos días hay que adornar la casa de manera recargada y, en ocasiones, estridente (cuanto más, mejor) a base de espumillones y bolas de colores. Hay que cenar pavo, pato o pollo, langosta, brindar con cava, cantar villancicos y regalarse miles de cosas.
- ¿Por qué?
- Porque es Navidad.
- Ah, pues ya me quedo más tranquila.
- Es una noche igual que otra, ¿o no?.
- Noooooo
- ¿No? Es verdad, no todas las noches sale el rey hablando por la tele.
- No es por eso. Es una noche en la que se reúne la familia para comer, para cantar, para reir...
- ¿Y eso no puede hacerlo otra noche cualquiera? ¿Y si una familia no se lleva bien entre ella misma? es decir, hay primos que se escupen cuando se ven, ¿esos también se reúnen para cantar y para comer...?
En fin, cosas que se me pasan por la cabeza en estos días, y muchas más que no tengo ganas ahora de escribir.
Me da pena cómo se va perdiendo la ingenuidad de estas fechas y como todo se va frivolizando alrededor del tener y del comprar. Pero es lo que hay y yo no puedo hacer nada aunque quisiera.
Como homenaje a todo lo que se ha perdido en estas fechas yo no cenaré pavo ni pato ni nada de eso. Me voy a comer un bocata de tortilla con tomate y me beberé un zumo sentada en mi sofá y con mi pijama azul. Igualito que esta noche, que coño tanta tontería.
Porque todos los buenos deseos y los buenos sentimientos no sean exclusivos de estos días, porque con una sonrisa se regala más y porque existen los REYES MAGOS, alzo mi brick de zumo y brindo por todos vosotros.
EL MEJOR REGALO ES EL AMOR
La navidad suele ser la época del año que más se consuma, ni vacaciones ni historias: en estos días la gente saca a pasear la Visa Oro (quien la tenga) y no la guarda hasta el 6 de Enero, después de comprar el roscón de reyes, por supuesto.
Y es que si no consumes eres un raro, un rata o algo así. Parece como si desde que vamos a la guardería, subliminalmente, nos metieran ciertas ideas junto con el biberón y los juegos.
Son días de dar amor a todo el mundo, felicidad y demás slogans para anuncios de telefonía móvil. Que sí, que todos somos muy felices y debemos pasárnoslo muy bien, pero ¿y si queremos tener mal carácter y odiar los villancicos?. Pues no puedes. Hay alguna especie de regla que hay que seguir, sin cuestionarla, en la que se obliga a todo el mundo a estar feliz y a querer trasmitirlo a los demás. En estos días hay que adornar la casa de manera recargada y, en ocasiones, estridente (cuanto más, mejor) a base de espumillones y bolas de colores. Hay que cenar pavo, pato o pollo, langosta, brindar con cava, cantar villancicos y regalarse miles de cosas.
- ¿Por qué?
- Porque es Navidad.
- Ah, pues ya me quedo más tranquila.
- Es una noche igual que otra, ¿o no?.
- Noooooo
- ¿No? Es verdad, no todas las noches sale el rey hablando por la tele.
- No es por eso. Es una noche en la que se reúne la familia para comer, para cantar, para reir...
- ¿Y eso no puede hacerlo otra noche cualquiera? ¿Y si una familia no se lleva bien entre ella misma? es decir, hay primos que se escupen cuando se ven, ¿esos también se reúnen para cantar y para comer...?
En fin, cosas que se me pasan por la cabeza en estos días, y muchas más que no tengo ganas ahora de escribir.
Me da pena cómo se va perdiendo la ingenuidad de estas fechas y como todo se va frivolizando alrededor del tener y del comprar. Pero es lo que hay y yo no puedo hacer nada aunque quisiera.
Como homenaje a todo lo que se ha perdido en estas fechas yo no cenaré pavo ni pato ni nada de eso. Me voy a comer un bocata de tortilla con tomate y me beberé un zumo sentada en mi sofá y con mi pijama azul. Igualito que esta noche, que coño tanta tontería.
Porque todos los buenos deseos y los buenos sentimientos no sean exclusivos de estos días, porque con una sonrisa se regala más y porque existen los REYES MAGOS, alzo mi brick de zumo y brindo por todos vosotros.
EL MEJOR REGALO ES EL AMOR