16 de mayo de 2007

Pinturas y especies



Aquí está mi chiquitino. Al solecito, secándose de las capas de pintura blanca que le acababa de dar, mientras una legión de vecinas observaba/cotilleaba qué estaba haciendo, ¿acaso no era evidente?. Lo que había debajo fue mi primer "trabajo" de pintura allá por 2005, qué mal me quedó el pobre. No se parecía al modelo "ni en pintura" y mucho menos en realidad. Fue algo así como derrochar pintura, aguarrás, tiempo y energía en hacer algo parecido a un "bodegón" o a un basurero instalado allí mismo en clase. Aún me pregunto qué bebía, además de café, mi amado y venerado profesor. En fin, en aquel recinto el aire estaba enrarecido y no sólo por el aguarrás y los disolvente. Y lo dejo ahí...
Puesto que me avergüenzo de aquello, no lo enseño. Es mejor mostrar esto, que aún no es criticable ni nada. Si lo que resulte queda decente y no me causará ninguna situación de mofa o burla, o cualquier otro estado de bochorno público, lo mostraré. Bueno, y si me apetece.
Este tiempo es el mejor para todo, no me cansaré de repetirlo. A mí me permite volver a ser la pintamonas que siempre he querido ser y que no me da la gana de serlo. También permite la llegada a mi entorno más lejano de una especie en "NO" peligro de extinción y que todos, alguna vez, hemos tenido ocasión de entrar en contacto: las cotillas. Son un tipo de seres que parecen personas, pero que no lo son, y que han desarrollado un sentido superior al del resto de mortales por el cual, a cualquier movimiento que se produzca en un radio de 50 metros, ellas lo registran con "unos microchips que tienen en er celebro" y salen raudas a interesarse por su origen.
Son así, curiosas por genética y metiches por mala educación. No puedo hacer nada para eliminarlas más que la ignorancia, puesto que son especie protegida de seguro de algún parque natural de un pueblo lejano y remoto.