22 de febrero de 2007

Al mal tiempo...esperar a que mejore

Hoy llueve y, además, a mares. Salir a la calle es poco más que un suplicio si lo que menos te apetece es mojarte. Creo que vivo en un pueblo que no tiene ni una calle bien asfaltada, todas está llenas de charcos y baldosas sueltas. Y claro, llegas a casa hecha una sopa. Sé que estamos en invierno, pero después de haber tenido unos diítas con sol, qué cuesta arriba se hace este tiempo. Sólo me queda el consuelo de que el agua es necesaria, y más por esta tierra, que si no...

La primavera está a la vuelta de la esquina y la acompañan las tardes con solecito, en las que apetece ir a tomarte “descafeinados” con las amigas. Se lo dije a alguien: “a mí el invierno me crea apatía social”. No me apetece salir, ni relacionarme con nadie. Sólo quiero llegar a casa y enfundarme en el pijama y las zapatillas de pelo para quedarme pegada a la mesa con el brasero, esperando a que nuestro querido Lorenzo le de la gana de asomarse un poco.

Mientras tanto, a la calle lo justo y a regañadientes, con ganas de guardar el abrigo y el gorro de lana.